«Todo el mundo es bueno»… o «Tú si que no vales»

Gran fiasco de audiencia del programa de telecinco. Un concurso de artistas y cantantes de variedades en un formato similar al del semáforo que popularizo en España Ibáñez Serrador hace unos años. ¿Qué hace que «Tú si que vales» si funcione? En la superficie parece no haber muchas diferencias, simplemente se cambia una fórmula de jurado por otra y las actuaciones duran en función del interés del público presente. Sin embargo hay una gran diferencia.En el caso de «Tú si que vales» los artistas son presentados como tales. Al juicio de un jurado profesional y de un jurado popular. El punto de partida es que se supone un valor artístico que en la actuación ha de validarse. Esto no significa que no aparezcan a veces eso que hemos dado en llamar frikis; gente que ni es artista ni tiene valor alguno lo que hace, que puede caer en gracia en un momento dado pero su trabajo (si lo hay) no es tomado en serio. A pesar de ello todo el mundo sale a actuar con el beneficio de la duda (al menos el de la audiencia).

En «Todo el mundo es bueno» por el contrario, el planteamiento es el inverso, aquí todos son frikis y puede ocurrir que un artista pase desapercibido porque la predisposición del público es a eliminarte si no consigues su atención de inmediato. En el primer programa tienes tu tiempo para hacer tu número y he oído como excusa de muchos artistas que han fracasado aquello de «es que el tiempo es muy poco». Esto es un error pues ya sabes antes de actuar que el tiempo disponible es el que es. Es como si te quejases de que necesitas una pista de hielo o una orquesta sinfónica en vivo y no te lo hubieran puesto. En el segundo programa esto se multiplica, aquí no es que dispongas de poco tiempo, es que como no enganches enseguida no te dejan concluir tu acto. Generalmente en un teatro uno tiene una breve introducción al número propiamente dicho, puede ser enseñar los elementos que se van a usar o una introducción musical para ambientar la escena. He visto a muchos artistas a los que cuando termina esta parte preparatoria ya no pueden hacer su número o cantar su canción porque el público les ha valorado negativamente, como quien dice antes de empezar. Este es un formato en el que no vale meter una música, mostrar la antorcha, mojarla en combustible, encenderla, pasar la llama por tu antebrazo y luego tragar la llama. No llegas. Hay que entrar con la antorcha encendida y metertela en la boca inmediatamente. Muchos números no pueden llegar al público sin esa introducción que le informa y ambienta. Esta fase en «Tú si que vales» puede reducirse al mínimo, pero en «Todo el mundo es bueno» simplemente debe desaparecer. La cuestión es que en el segundo programa tú número da igual. De hecho cuanto peor quede mejor, porque solo quiere ser una rápida sucesión de frikismos.

Yo no sé muy bien de donde partió la idea de que este programa veraniego iba a ser un éxito para T5. Es verdad que alguien haciendo el ridículo de vez en cuando -me refiero a «Tú si que vales»- anima a un programa que podría ser demasiado serio y que le da además la justificación al jurado y sus valoraciones, aportando un puntito de suspense.  Pero ya hemos visto muchas veces como el hecho de que el público se ría mucho y se divierta con un artista no significa que lo valore positivamente. Este es, creo yo, el error. Demasiada dosis de… nada. Artistas que no lo son, ni nos importan, ni el formato les da la menor oportunidad real. Que un cantante no pase porque los primeros compases son en tono menor y hasta avanzada la canción no luce la voz y en cambio pase adelante una señora sentada en una silla, contrayendo las nalgas (por cierto con piel de naranja) al ritmo (más o menos) de una música, lo dice todo.