Es la versión infantil de mi monólogo sobre trampas de juego y magia en la época cervantina. Viene a ser lo mismo pero con más magia y menos erudición. Por supuesto aunque aparecen los naipes nada de enseñar trampas ni ardides de la mala vida. Los niños no entenderían y hay repertorio de sobra en otras ramas de la magia, pues el mágico quizá fuese el tahúr en la taberna o la venta, pero pasaba la gorra en calles y plazas con sus artes de entretenimiento.
Pero Cervantes no usa aquí y allá solo el ambiente del jugador (más en otras obras que en El Quijote) sino como elemento para dar atmósfera, también alude a secretos y artimañas de los «mágicos», para confrontar el mundo de la gente educada y el vulgo supersticioso, como lo irreal y lo real son construcciones sociales y mentales, antes que categorías objetivas.
En esta versión se trata de un espectáculo de pura magia con el repertorio de aquella época más el que aparece en El Quijote: Maese Pedro destruido su teatro de títeres por Don Quijote, se ve obligado a «improvisar» una actuación recurriendo a sus artes de magia.
Las fotos del pasado domingo 24 de abril en el teatro de la Casa de Cultura de Becerril de la Sierra.
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