¡Un ventrílocuo afónico!

Hoy me hice casi 800 kilómetros solo para charlar un rato con Perita y Balin, fantásticos payasos. Recordando anécdotas, Balin me cuenta la del ventrílocuo afónico. No tiene desperdicio: El artista tenía que desplazarse bastantes kilómetros para actuar. El viaje iba a ser incómodo, pues su coche amaneció con el cristal delantero roto en una época en que era imposible encontrar un taller para la reparación en día festivo. Como pudo hizo un agujero en el cristal quebrado y partió. Lógicamente el aire frontal afecto a su garganta. Puede haber un ventrílocuo sin muñecos (puede simularse uno con un guante o puede hacer «la voz encerrada» en una caja, etcétera) pero no sin capacidad para «poner» voces.

Chévalo -éste era el artista- indicó al técnico de sonido:

-Mañana estaré bien y no tendrás que hacer nada, pero hoy cuando yo hable bajas agudos y subes graves, cuando hable el muñeco bajas graves y subes agudos.

-O sea -dijo el técnico- cuando es tu voz pongo todo graves y quito agudos, cuando es la voz del muñeco pongo agudos y quito los graves.

-Eso es. Tendrás que estar muy atento a los diálogos.

-¡Ah! No hace falta que nos compliquemos. Pongo dos micrófonos, uno regulado en graves te lo pongo a ti y el otro, regulado en agudos,  se lo pongo al muñeco.

Me imagino la cara de estupefacción de Chévalo, uno de los mejores artistas tanto en magia como en ventriloquía.