Relatos de magias (22): actores de 10 cms. de estatura

dir, Fritz Lang

En 2006 mantuve una sección fija en Radio 5 Todonoticias, narrando historias del mundillo del ilusionismo. Algunos relatos parecen exagerados -es lo que tienen las tradiciones de cualquier gremio- y a veces lo que se cuenta de un mago se atribuye también a otros. Pero como sucede siempre, aquello que parece ficticio suele ser lo verdadero.

R.U.R. Robots Universales Rossum. Fue el título de la obra de teatro que Karel Capek estrenó en Praga en 1921. Leí el libreto en mi adolescencia en una edición de bolsillo de Alianza Editorial (ver foto) y sinceramente no recuerdo la trama al detalle. En mi memoria se ha quedado en cambio una sensación desasosegante similar a la visión de películas del expresionismo alemán como Metrópolis (1927) o del humor amargo de Chaplin en Tiempos Modernos (1936). Así que no es esto lo que quiero relatar. Tenemos que situarnos en ese ambiente mental de entreguerras, cuando conviven el hedonismo de los locos años veinte con la pesadumbre del maquinismo y la alienación que después de la crisis bursátil del 29 se extenderá. Pero aún no estamos en el estallido de la crisis, sino en sus preámbulos:

Karel Capek quiere expresar esa alienación presentando una fábrica de robots. Mano de obra barata con la que sus propietarios no necesitan tener ningún miramiento ético. El conflicto dramático surge cuando la esposa de Rossum le pide que dote de alma a sus esclavos mecánicos. Esto hará que los robots comiencen a participar de la naturaleza humana que… venían a suplir y estalla la guerra entre los androides y los humanos. El espectador se identifica con los robots fácilmente, pues entiende su sufrimiento. Sin embargo, en cuanto humano, sabe que se trata de una máquina amenazadora. Pero ¿debe destruirla? ¿no se trata ya de seres humanos? Karel introducía por primera vez la palabra robot, neologismo inventado por su hermano Josef, derivado de la palabra que en checo significa trabajo esclavo de los siervos… La obra fue un gran éxito, se estrenó al año siguiente en Nueva York y en 1923 en Berlín. Para esta versión hizo la escenografía Frederick Kiesler, un arquitecto de vanguardia que se establecería más tarde en EE.UU.

Kiesler incorporó a la escenografía una especie de televisión. En ella aparecían los actores reducidos de tamaño, para a continuación entrar a tamaño real al escenario. Hoy esto lo haríamos con proyección y medios digitales ¡y con una pantalla o televisor! Pero realmente los actores que se veían en aquel falso aparato eran de carne y hueso. Kiesler había usado un artilugio de feria relativamente popular en los años 10 y 20 especialmente en Alemania. El espectador veía una especie de mueble grande con un pequeño teatro en miniatura en un estante. Y en ese escenario aparecían los actores como de 10 cms. de

foto: www.kiesler.org

tamaño. En realidad el falso mueble ocultaba como si fuese un telón, el escenario al público. Un sistema de espejos hacía que la imagen se redujese de tamaño y se proyectase en un cristal dentro de una caja, o sea, en el teatrino. En la escenografía de Kiesler, una fábrica futurista, podían adivinarse en el centro, un poco hacia la derecha y hacia abajo. dentro de un rectángulo-pantalla, unas figuras humanas. Una escenografía de vanguardia para una obra de teatro de ciencia ficción. Cuando los actores se marchaban de la pantalla y entraban al escenario por un lateral sin duda era un efecto inexplicable. Y de hecho, a pesar de que el ángulo de visión era muy concreto y estrecho, por lo que no parece que todos los espectadores pudiesen verlo adecuadamente, la sala rompía en aplausos. Es como si alguien saliese del televisor en tu propia casa para sentarse en el sofá contigo. Solo que… sin haberse inventado todavía la televisión. Aunque ya en los años 20 hay patentes e investigaciones que darían lugar a la televisión poco después. O sea, que el invento estaba en el ambiente.

Este tipo de atracciones que inspiraron a Kiesler, se llamaban «teatro Tanagra», en recuerdo de unas pequeñas figurillas de terracota que en el último cuarto del siglo XIX aparecieron en necrópolis griegas de la ciudad de Tanagra, en Grecia. Se entenderá mejor el sistema con el siguiente esquema:

A la izquierda la actriz, a la derecha el público. Entre ambos un mueble con una pantallita. Del lado de la actriz el mueble contiene dos espejos en ángulo de 90º y a su vez tienen la inclinación adecuada para recoger la imagen de la actriz, invertirla y reflejarla en otro espejo cóncavo a la distancia conveniente para invertir la imagen de nuevo y reducirla de tamaño sobre la pantalla transparente. ¡Uff! Complicado. Este tipo de cosas parecen sencillas sobre el papel, pero luego requieren cálculos milimétricos.