La cultura es un bien de primera necesidad

La Unión de Actores publica una carta a la profesión «la cultura es un bien de primera necesidad, defenderla es revolucionario». Alguno dirá ya estan llorando porque nos quitan las subvenciones -lo he oído-, no hay una sola mención en la carta a ello. De lo que se trata es de ajustar la fiscalidad a la especificidad de una actividad que no es continuada ni tiene ingresos regulares de un año a otro: cuando yo no trabajo no estoy parado, estoy esperando, preparándome, a que me llamen para un trabajo.

mago en navarra
Revista de la Unión de Actores y Actrices

 

Se trata también de que de una vez se comprenda que la cultura es un bien de primera necesidad. No hace mucho un comerciante se quejaba de que un ayuntamiento me contratase, gastando el dinero del contribuyente en algo superfluo-mi magia-, claro que el mismo individuo se preguntaba por qué él que nunca esta enfermo tiene que pagar la sanidad de los demás… En realidad aquel ayuntamiento no gastaba nada del contribuyente; yo trabajé a riesgo de taquilla, ellos recibirán una subvención de otra instancia superior por haberme contratado (a mí y a otros espectáculos). O sea; gane o pierda yo que soy el que se la juega de verdad, ese ayuntamiento gana seguro. Pero tampoco creo que debamos justificar si somos o no rentables. Debemos de serlo razonablemente. No se trata de ofrecer un costoso montaje de ópera en un pueblo de 500 habitantes. Pero quizá sí de llevarles a un pianista y un tenor. En todo caso no voy a descubrir a estas alturas del siglo XXI que la cultura es un bien de primera necesidad. Sospecho que no se trata de ignorancia, sino de todo lo contrario: domesticación. Porque no creo que haya una cultura con mayúsculas -Verdi, Shakespeare, Lorca, Nureyev-y otra banal, efímera, de puro entretenimiento sin pretensiones -Tricicle, The Hole, Pinti, Gila-. Porque nada es inocente en la comunicación humana. Por eso saben que la cultura es un bien de primera necesidad. Con cultura uno se pregunta por qué no tiene pan. Pone en cuestión las «verdades» que le dictan. Incomoda al poder. Exige a los gestores de lo público. Etc. La carta entera: Pincha aquí