Adrien Brody protagoniza la miniserie sonre Houdini. Al público general -me lo dicen por la calle- le esta gustando: revelación de secretos o habilidades, muy buena ambientación de época, anécdotas e historias ingeniosas y… el consuelo de que los trinfadores en el «juego» fracasan en el amor. Sobre lo primero la serie es impecable. Dosifica al saciar la curiosidad del espectador sobre los secretos, convierte en espía a lo James Bond a quien parece que solo fue un informador, hace más espectaculares las hazañas de Houdini y nos presenta un retrato de una época que siempre da bien en pantalla. Buena receta, buen producto de entretenimiento. Exagerando el espectáculo en detrimento del rigor histórico. No me convence es que la relación entre Houdini y su esposa era mucho más cordial y ausente de conflictos, pero como la normalidad es insípida también introducen los guionistas una dosis de melodrama. Y tampoco es una buena elección Adrien Brody. Es verdad que hace al personaje capaz de transmitir emociones, pero me falta la rotundidad física del verdadero Houdini. No en balde si Brody protagonizó El pianista es por su capacidad para hacer de hombre frágil, todo lo contrario de Houdini. Es verdad, sin embargo -de nuevo gana la puesta en escena sobre la biografía- que es más fácil para el espectador sobrecogerse con el rostro de un hombre débil sobreponiéndose que la de alguien sobrado de facultades mentales.
Poco queda por decir de este hombre -Houdini- que todavía hoy fascina a los públicos. Por eso hoy voy a recordar a la más longeva de sus ayudantes. Falleció en 2011 con 103 años.
Los periódicos norteamericanos la despidieron como la última ayudante de Houdini. En realidad Houdini tuvo una compañía, por lo que más de una persona fue su ayudante. Para empezar su esposa Bess con la que hizo números mágicos desde antes de ser famoso. Pero Dorothy Young es la que más tiempo sobrevivió, falleciendo en 2011 como he dicho, entonces escribí en mi blog:
A los 103 años envidiablemente llevados ha fallecido Dorothy Young. Fue una de las últimas ayudantes de Houdini. Se unió la compañía en su adolescencia, después de superar una audición en Nueva York. Participó en los shows de 1925 y 1926, hasta la muerte de Houdini. Luego intervino en producciones de Broadway y fue una bailarina de renombre. Especializada en bailes latinos -campo en el que innovó y giró por muchos países- ello le abrió participar en la película «Volando a Río» (1933) con Fred Astaire y Ginger Rogers. Nunca quiso revelar los secretos de Houdini a pesar de que le ofrecieron mucho dinero. Seguramente además de tener ética profesional tampoco lo necesitaba, pues en los últimos años donó 13 millones de dólares a la Universidad Drew de Madison, donde hay un centro de estudios artísticos con su nombre. Tiene una biografía novelada que la Paramount llevó al cine en 1940. Desde esa época se dedicó también a la pintura contando con numerosas exposiciones y en 2003 publicó otra novela sobre el mismo tema. Una vida plena.
Nació el 3 de mayo de 1907 en Ocean Grove, Nueva Jersey o, según otras fuentes, en Otisville, Nueva York. Falleció el 20 de marzo en Tinton Falls, Nueva Jersey.