Cuando la película termina…

Entonces llegan los «letreros» despues del de «Fin» o «The End», eso que se llama los créditos finales. Donde se acredita a los artistas y al equipo técnico de un modo ampliado que no siempre puede hacerse en los créditos iniciales «El Señor de los Anillos» tiene unos nueve minutos de créditos finales. Algunas veces merece la pena quedarse a verlos y descubrir algunos secretos:

Soy partidario de que cuando se emiten por televisión deberían respetarse en su integridad. Comprendo las razones de las televisiones privadas; el miedo al zapping, pero no en la privada cuya ausencia de publicidad le hace inmune. Además los créditos finales sirven para reposar lo que acaba de disfrutarse, para asentar la recepción de la película. Y cuando no es así son un buen momento para ir a por un tentempié o al baño. Si la televisión pública cree que nos quedamos a ver sus espacios promocionales se equivoca. Nos vamos a esos otros menesteres. Y si no nos vamos es muy molesto que te saquen de golpe de la atmósfera de la película.

Cortar el final del falso documental donde se explica que todas las «pruebas» de que Amstrong, Collins y Aldrin no viajaron a la Luna han sido una broma, hizo que TVE tuviese que pedir disculpas. Hubo quien tomó al documental como verdadero, cuando el propio documental se descubría a sí mismo: el tema no era el viaje a la Luna sino la manipulación de la información.

En algunas películas es divertido quedarse hasta el final. En las de Jackie Chang siempre se nos obsequia con un resumen de escenas malogradas, accidentes de rodaje y momentos humorísticos.

En El secreto de la pirámide (1985) descubrimos después de los créditos finales que el «malo» sobrevive y toma el nombre de Moriarty, quien será para siempre el enemigo mortal de Sherlock Holmes. No verlo no afecta a nuestra comprensión de la historia narrada, pero le da un plus para quienes conocen a los personajes en que se inspira el film.

En Los productores (2005) hay un par de guiños al espectador, uno de ellos es que el autor del musical, te dice que te vayas de la sala.

En otros casos se trata de una película dentro de la película donde se resume lo que se ha visto. Como pasa en La vuelta al mundo en 80 días (1956) con unos elaborados dibujos animados en el inconfundible estilo de Saul Bass.

En cuanto a guiños, recuerda el principio de la primera película de la saga de  Indiana Jones, En busca del Arca perdida (1981) cuando el logo de la productora Paramount -una montaña- se convierte en la montaña donde empieza la acción (luego esto se imitó en las demás). Pues bien, al final de Camisa de fuerza (1964), donde se producen decapitaciones por hacha, vemos el logo de Columbia; la mujer de la antorcha, decapitada, la antorcha apagada y la cabeza a sus pies. Además se repartieron al público pequeñas hachas de cartón… (supongo que solamente en el estreno, pero esto ya es otra historia; la de las extravagantes acciones de marketing)