Asesorando producciones teatrales: El caso ratoncito Pérez

«Misión imposible. El Ratoncito Pérez contra la Bruja Caries»  se estrenó con gran éxito -casi 1.500 espectadores en un fin de semana- en marzo de 2011 y es una estimable función donde un estupendo elenco del teatro navarro resuelve el misterio: «Algo terrible está sucediendo en toda Europa. Niños de todos los paí­ses están desapareciendo, sin que nadie se explique qué está pasando. Para colmo, el Ratoncito Pérez lleva cuatro semanas sin dejar ningún regalo debajo de la almohada. Dos agentes especiales del comando Muerde deberán enfrentarse a la mismí­sima Bruja Caries y su ayudante, Mister Sarro.» El director me pidió asesoramiento mágico, si alguna vez -lector o lectora- necesitas incluir magia en tu espectáculo teatral quisiera que conocieras algunas dificultades:

Actores y director de "El ratoncito..."

 

Con texto y dirección de Ví­ctor Iriarte, es la primera producción dirigida al público familiar que realiza la Fundación Municipal Teatro Gayarre de Pamplona, con colaboración del Gobierno de Navarra y el Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de Navarra, con vocación y proyecto de girar por toda España.

Ví­ctor me planteó asesorarles sobre algún efecto mágico que sirviera para que los niños más pequeños, que quizá pueden perderse en algún momento con el texto, puedan ser «cogidos» con algún efecto colorido. Además se trataba de que estos efectos mágicos no frenasen el desarrollo argumental, el ritmo de la puesta en escena. En otras palabras la función no podía detenerse para hacer magia. Este es un aspecto común a las peticiones de asesoramiento de magia para ser integrada en un espectáculo.

Desde el punto de vista técnico hay una dificultad añadida. El actor que debe realizar el efecto mágico no suele ser competente para ello y no podemos pedirle que añada a su trabajo actoral una preocupación o una dificultad de este tipo. O sea, la magia tiene que hacerse sola, o casi.

Con esto en mente, leído el libreto sugerí­ algunas cosas para que Víctor eligiese lo más adecuado. En este punto creo que mi labor cuando me piden asesoramiento no es tanto exponer qué efectos pueden hacerse sino  que dificultades tiene el hacerlos y cómo resolverlas, aportando si es posible varias soluciones pues al final no hay más que pasar la prueba del ensayo para decidir que es lo más oportuno en función de la acción, el vestuario, la habilidad del actor, etc.

Sin embargo lo más dificultoso de todo -y que rara vez el mago puede exponer porque no va a ser entendido- es eso de que la magia no frene la acción. Y es que la magia necesariamente tiene que frenar la acción. En primer lugar puede ser un error creer que una sorpresa mágica va a atrapar la atención de los niños más pequeños; cascar un huevo y que salga un fogonazo puede asustarles en lugar de maravillarles. Esto se tuvo en cuenta en este caso, pero quiero referirme no al caso concreto sino al criterio general. En segundo lugar la sensación mágica es una emoción que se siente unos instantes ante una imposibilidad que rompe la lógica aprendida y viví­da del funcionamiento de las cosas. Una definición más técnica es: la magia es el contraste entre una situación inicial y una situación final. Y muchas veces -o todas- es percibida como magia porque le decimos al público que lo que ven es magia. Por ejemplo; una de las ilusiones más célebres del siglo XX será el  Vuelo de Copperfield por el escenario.

El vuelo de Copperfield
El vuelo de Copperfield

David vuela y su vuelo no es diferente de tantos vuelos realizados en producciones teatrales de Broadway como «Peter Pan». Sin embargo Peter Pan es percibido como simple efecto especial, curioso, bello, pero no despierta ese cosquilleo de la sensación mágica que hizo ponerse en pie a millones de personas en teatros y estadios de todo el mundo cuando volaba Copperfield. ¿Por qué? Pues porque Peter Pan vuela no por el vuelo en sí­, sino porque la acción lo requiere (y para caracterizar al personaje pero no es aquí lo relevante). En Copperfield el vuelo es un fin en sí mismo. Debe detener la acción teatral para demostrar que no hay cables ni explicaciones lógicas (pasa a través de aros, se mete dentro de una urna, etc.). El mago necesita eliminar de la mente del espectador las posibles soluciones lógicas para crear esa sensación de imposibilidad, pero la acción teatral tiene su propia lógica. Podemos usar una guillotina trucada para cortar la cabeza de Marí­a Antonieta, (bueno, debe de estar trucada, claro) pero no debemos mostrar cómo no esta trucada, que la hoja cae de verdad, etc. así que el público se emociona por que se ve conmovido por la acción dramática, seguramente ni siquiera se pregunta cómo funciona la guillotina, pues simplemente racionaliza que se trata de efectos especiales. Sin embargo si la guillotina se emplea en un acto mágico por supuesto que se pregunta cómo funciona, por eso el mago debe cerrar todas las puertas a las soluciones. Esta es una necesidad si hacemos magia dentro de una función teatral y hay algunos truquillos del oficio para frenar la acción sin frenarla. Por ejemplo; si queremos que aparezca una gallina en una caja vací­a podemos optar por mostrar la caja por todos los lados, quitar la tapa, mostrar el interior, meter la mano para que sea vea que no hay dobles fondos o espejos… esto es lo que harí­a un mago. O podemos simplemente abrir la caja sacar un par de lechugas del interior, dejar ver que así queda vací­a sin decirlo, ir a cerrarla y fingir que no podemos porque algo aparece, sacando la gallina. Este es el tipo de tácticas para no frenar las acciones más allá de lo necesario para la acción teatral.

De todos modos el mago asesor debe tener en cuenta que su trabajo se subordina a la acción teatral la mayorí­a de las veces y el director/autor debe saber que si quiere magia debe frenar la acción -hacer un paréntesis- más grande y evidente cuanto más mágico quiera que sea el efecto para el público. Es una cuestión de elección. O bien la magia es solo una característica del personaje (por ejemplo el bolso de donde salen cosas que no caben de Mary Poppins) o se hace un paréntesis y es un acto en sí­ mismo dentro de la función (por ejemplo en una pelí­cula de Fred Astaire se interrumpe la acción dramática para ofrecernos una coreografía).

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