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El Instituto Valenciano del Audiovisual y la Cinematografía recibió en 1995 de la familia del ventrílocuo, músico y titiritero valenciano Francisco Sanz Baldoví (1872-1939), copias de la película «Sanz y el secreto de su arte», un documental de 1918. El director del film fue por encargo del propio Sanz, Maximiliano Thous (1875-1947), periodista y dramaturgo. Tengo en mi colección un disco de Sanz y algún cartel de la época. Fue una gran figura del espectáculo girando por teatros de Iberoamérica y Europa con sus autómatas:
Sus espectáculos iban bastante más allá de ser unas marionetas de guante a las que prestaba voces. En realidad se trataba de complejos maniquíes de cuerpo entero, con sutiles mecanismos para darles plena expresividad y gestualidad, con la dificultad añadida desde el punto de vista del diseño de que todo debía ser manejado con una sola mano, de manera que Sanz gesticulaba con la otra. ¿Y qué interés tiene ver una película del cine mudo si no podemos escuchar las voces de Sanz? La propia película nos responde; el espectador no podrá escuchar los diálogos, las comedias, pero a cambio va a ver lo que le esta vedado al público del teatro. Los mecanismos, las poleas, los pistones, muelles y engranajes que consiguen la imitación de la vida. Algunos de sus muñecos residen hoy en el Museu Internacional de Titelles d’Albaida, donde han sido restaurados.