
De la imaginación a la industria
Walt Disney y su hermano Roy (como director financiero) son de los pocos casos en una industria en la que unas mismas personas pasan de ser pioneros, ven el crecimiento de esa industria, y llegan a conocer su pleno desarrollo. Luego, ya sin Walt, pero sí la compañía que fundasen, llegará una cierta desorientación, un renacimiento y el resurgir digital. Y la historia continúa.
Walt Disney fracasa con una primera productora en 1922 y en 1928 funda el estudio con el que triunfará desarrollando toda una industria. En 1927 surge el cine sonoro (en realidad el cine con sincronización imagen/sonido incorporada, pues fuese con música en directo o grabada y con otros sistemas lo hubo antes, pero es en El cantor de jazz donde se da por vez primera esa sincronización integrada entre voz, música e imagen) pues bien, un año después, 1928, Disney hizo la primera película de animación con banda sonora sincronizada. También sería el primero, recibiendo un Oscar por ello, en hacer cine animado en color. Su estudio hizo el primer largometraje, Blancanieves (1937), un gran éxito, recibiendo un Oscar y siete «enanitos». la película fue toda una sensación visual: William Garity y otros desarrollaron la cámara multiplano que permitía rodar fondos con desplazamientos de modo que se pudiese dar la ilusión de profundidad enfocando y desenfocando en cada uno de los planos o moviéndolos. Cosa hasta entonces imposible al rodarse sobre un único fondo estático. Un dinamismo en los decorados que fue desde entonces marca de la casa fácilmente identificable por el espectador.
Pérdida del rumbo
Wal Disney fallecerá en 1966. Aunque no pudo estar en toda la producción sí que fue el responsable del éxito de El libro de la selva. Quizá su mejor largometraje después de la II Guerra Mundial. Durante el conflicto hizo algunas películas de propaganda mezclando dibujos con imágenes reales, algo que ya había hecho con su amigo y colaborador Ub Iwerks en la serie de películas Las comedias de Alicia, 1923. Luego la inserción de dibujos sobre imagen real sería uno de los mayores éxitos comerciales, sino el que más del estudio; Mary Poppins, 1964. Después vendrá un cierto declive con producciones de las que, algunas, solo por puro marketing se pueden llamar «clásicos». La última producción de la vieja guardia de Walt Disney es Robin Hood, en 1973. A partir de ahí el estudio parece no encontrar un material dramático interesante, la animación es casi siempre solvente, pero los problemas para armar las historias reflejan unos guiones con carencias o que ya no encajarán en los gustos del público.

De nuevo en el camino del éxito
Aún así Quien engañó a Roger Rabbit, 1988, lleva con éxito un paso más alla la acción real integrada con dibujos en un alarde de virtuosismo técnico. Antes y después habrá películas fallidas hasta llegar a La bella y la bestia, en 1991. La animación por ordenador, un gran equipo de animadores «manuales» y reencontrar una historia que ya quiso hacer Walt Disney en los años cuarenta revitalizaran al estudio. Por primera vez una película de animación sería nominada al Oscar a mejor película. Los nuevos responsables del estudio encontraban así el camino a seguir inspirándose en la propia tradición Disney: guiones sólidos, innovaciones técnicas, equipos de animadores muy competentes que sepan trabajar en equipo. Y un cuarto elemento que hizo de Aladdin un éxito todavía mayor al año siguiente: nunca repetirse. Si estas dos películas difieren en estilo y estructura el tercer gran éxito también será diferente: El rey León, 1994. Esto no significa que no haya algunos tropiezos, como el relativo éxito de El jorobado de Notre Dame, 1996, o los fracasos de Hércules, 1997, y más aún de Atlantis, 2001, que no enganchan al público no tanto por cuestiones técnicas o visuales, sino por carencias de guión. Luego vendrá la colaboración con Píxar -de nuevo un buen guión, conseguir coordinación de equipo en los animadores, impulsar los avances tecnológicos aunque sea en contra de los puristas y otra vez: no repetirse. Esa será la fórmula del éxito de Toy Story en 1995. Pero ya estamos demasiado lejos de Walt Disney. Solo he querido poner de relieve que el estudio ha logrado el éxito cuando no ha olvidado los cimientos puestos por Walt Disney.
Crítica a los detractores
Algunas personas rechazan el «mundo» Disney porque encuentran sus producciones muy azucaradas, ñoñas, condescendientes. Ciñéndonos a la época de Walt, es decir, hasta su fallecimiento por un cáncer de pulmón en 1966, esta crítica se produce especialmente en el tratamiento de los cuentos clásicos. Sin embargo hay que decir algunas cosas en favor de Walt Disney:
La simplificación de personajes y de tramas es vital en el cine, que necesita de un tiempo limitado para desarrollarlos con claridad. Una trama principal dramática como puede ser Blancanieves y la inserción bien de una segunda trama paralela en tono de comedia o de personajes secundarios caricaturescos, quizá ausentes en la historia original, es un recurso de guionista competente que ya utilizaba con gran éxito William Shakespeare. No creo que haya mucho más que decir sobre esto sin entrar en análisis profundos.
Es cierto que algunos relatos se alteran desapareciendo el canibalismo, el incesto y otros momentos escabrosos de las narraciones originales. Las versiones de Disney, suavizan las narraciones originales, pues su objetivo es realizar producciones cinematográficas amables y para un público familiar. Aunque uno, que ha sido niño, recuerda emocionarse con Bambi, 1942, inquietarse con las amenazas de Stromboli a Pinocho, 1940, o asustarse con el dramatismo del bosque de pesadilla en Blancanieves.
Los grandes personajes de Disney carecen de figuras maternas. Se ha especulado con que esto se debe al fallecimiento de su madre, Flora, por inhalación accidental de monóxido de carbono. Pero de nuevo nos encontramos con razones dramatúrgicas. Sus guionistas se centrarán en un tema básico en los cuentos clásicos: el niño/a desvalido, que poco a poco alcanza la madurez, que enfrenta los peligros, que se hace adulto y se convierte en el héroe. Este esquema -el relato de un rito de pasaje lo denomina la antropología- es uno de los factores de su gran conexión con los niños: es un esquema que llevamos en nuestro ADN cultural.
En todo caso sus obras hay que situarlas en el contexto social de cuando se producen y estrenan cada una de ellas, en los gustos estéticos y en la moralidad de la sociedad norteamericana de cada momento.

El Walt Disney para adultos
Walt Disney no era solo el productor de cine y televisión con productos de éxito seguro y para consumo familiar sin riesgos artísticos. Al contrario. En cada película había innovación sobre la anterior. Un ejemplo muy claro es Fantasía, 1940, que en vez de seguir la estela de Blancanieves, se adelanta a su tiempo y es una película durante muchos años incomprendida a pesar de obtener dos Oscars, uno para el director de orquesta Leopold Stokowski y el otro para el Fantasound, un avanzado sistema de sonido (y ¿cuántas canciones no se han hecho famosas en Disney?). Apenas 12 años separan al Mickey Mouse en blanco y negro, casi un dibujo de palotes, del Mickey Mouse aprendiz de brujo de este concierto lleno de imaginación y hallazgos visuales.
De aquellas Sinfonías tontas –los cortometrajes cómicos musicales de los comienzos-, a Fantasía hay una evolución y un gusto por lo surrealista, lo extraño, que le llevan a la amistad con Dalí y a la colaboración en una película que no verá la luz hasta el siglo XXI (Pincha aquí para verla).
Las películas de Walt Disney no han quedado como clásicos solamente por tener buenos guionistas, un plantel de colaboradores de primera línea en los lápices, técnicos a la vanguardia en imagen y sonido, ni por ser cada producción un paso más allá en lo que la tecnología de cada momento ha permitido. Todo esto sin añadirle emoción no sirve de nada. Al atribuirse sobre sí todo el imaginario del estudio Walt aparecía en las televisiones como el mago de la imaginación. El hombre capaz de llevarte a un mundo de sueños. Al ir sucediéndose las generaciones de nuevos espectadores comprendió que sus productos debían de ser para niños y también para los adultos que de niños habían visto sus películas. Podía llenar de experiencia emocional la vida familiar ¡qué mejor que compartir en familia la fantasía Disney en un parque temático! Ir a Disneyworld era -y es- traspasar la pantalla, vivir el sueño.
Las leyendas negras
Desde luego que fuese un gran cineasta no puede llevarnos a alabar toda su obra, como si sus películas no contuviesen algunas escenas inapropiadas. Ser un genio admirado en su trabajo no significa tampoco que su vida privada o su pensamiento político sea igual de admirable. Walt Disney no fue racista. Tampoco un supuesto antisemitismo encaja con los testimonios de colaboradores y trabajadores judíos, que no ven nada que no fuese lo habitual en su época y en ningún caso un comportamiento censurable. Dicho esto, es verdad que podemos encontrar escenas racistas en sus films. Especialmente cuanto más atrás en el tiempo nos vayamos. Pero no fue un hombre que se significase en contra de la derechos civiles. Como tanta gente aceptaba como natural comportamientos que no lo son, pero que en la época de la segregación racial eran aceptadas por la mayoría blanca. Aquí mismo, en nuestro país, hasta no hace muchos años, había un hombre negro disecado en el museo de Banyoles. Con fines de exhibición en pabellones y palacios de exposiciones, -en nuestros días- se utilizan cadáveres chinos para mostrar el cuerpo humano en «lonchas» sin que nadie se despeine… No justifico nada, desde luego. Pero la caricatura de unos negros caníbales con el hueso en la nariz, es más el reflejo de la mentalidad social de un momento superado (espero), que una ofensa premeditada por un individuo que solo sitúa una aventura en un ambiente estereotipado y caricaturesco.

Una gran parte de esta imagen de racismo proviene de una película condescendiente con la situación de la gente de color; Canción del sur, de 1946. Su protagonista no pudo asistir al estreno en Atlanta porque las personas afroamericanas tenían prohibida la entrada al cine. Digamos de paso que el actor, James Baskett, fue desagraviado por la Academia en la entrega de los Oscar de 1948. Fuera de competición recibió un Oscar honorífico. Por eso muchas enciclopedias señalan erróneamente a Sidney Poitier como el primer actor negro premiado con un Oscar en 1964 por Los lirios del valle. En realidad sería el primero en competición con otros actores nominados.
Walt Disney no sabía dibujar, dicen algunos. Mickey Mouse es obra del dibujante de origen alemán Ub Iwerks (1901-1971), amigo, socio, compañero de habitación y de fatigas de Walt Disney. Que Disney no es la mano que dibujase muchos de sus éxitos es realmente cierto. De ahí a que no supiese dibujar hay un abismo. Todos sus biógrafos coinciden en que le apasionaba hacerlo desde niño. Aunque nació en Chicago vivió un largo período de infancia en el campo, fue en la granja donde aprendió a dibujar animales con gran competencia. Lo que le lleva a los dibujos animados es su pericia como dibujante profesional unida a la afición teatral y a su admiración por Chaplin. Tres factores sumados a que ya existían dibujos animados. Rudimentarios, pero existían. El célebre autor de tiras cómicas para periódicos McCoy, autor de Little Nemo, probó en el género con una película que exhibió por ferias: proyectaba un dibujo animado de un dinosaurio y él interactuaba con la imagen. Al final fingía lanzar una manzana que aparecía dibujada en la pantalla y se la comía el dinosaurio (esto ya se ha visto en el cine dentro del cine en La rosa Púrpura de El Cairo, 1985, de Woody Allen. Ha habido magos que interactuaron en vivo con objetos y acciones en pantalla, no solo en las primeras décadas del cine, Copperfield lo ha hecho haciendo un juego a medias con Orson Welles proyectado y actualmente hay una moda de magos que parecen meter sus brazos o el cuerpo entero dentro de la pantalla, sacar objetos, etc). Así que la parodia y la comedia, el dibujo (recibió clases de un dibujante de tiras cómicas) y la admiración por el cine cómico le llevaron hacia el slapstick animado.

Por otra parte la animación artesanal es tan compleja que requiere de colaboradores. Es normal que sobre un personaje intervengan varias manos. Ub Iwerks vendió los derechos que le correspondían sobre su dibujo de Mickey Mouse (inicialmente llamado Mortiner) al que, es muy sabido, Walt Disney ponía la voz. Es especulación si el personaje era enteramente de su creación o fue ideado conjuntamente, al parecer el boceto inicial era de Disney y luego lo limpió Iwerks, aunque algunas fuentes atribuyen a Disney el concepto, a Iwerks el desarrollo y a un tercero los bocetos iniciales: trabajo en equipo en todo caso. Como sea, ambos artistas trabajaron juntos desde 1919 en diversas aventuras empresariales y Ub Iwerks se desvinculó de Disney en 1930 para montar un estudio propio que fracasó. Diez años después volvió a trabajar con Walt Disney como ingeniero y desarrolló el sistema de rodaje de acciones reales junto a dibujos. Se ocupó en la Disney de la investigación y desarrollo; también él participó en la creación de la cámara multiplano. Por otro lado, su creciente trabajo en efectos especiales le llevó a intervenir en el diseño de varias de las primeras atracciones del parque Disneyland.
Ub Iwerks obtuvo dos Oscars técnicos para la Disney en los años sesenta y fue nominado por los efectos especiales de Los pájaros de Alfred Hitchock en 1964.
En el cine y especialmente el norteamericano no suele considerarse al director como un creador único. No existe el cine de autor. No en los términos en los que nos hemos acostumbrado en Europa desde la época de la nouvelle vague. En EE.UU es habitual, y entonces más, considerar al productor como el responsable/autor del film (otra cosa son los productores ejecutivos y los productores asociados). Con el lápiz en la mano o sin él, decimos películas de Disney, porque no suele hacerse publicidad de los directores y equipos de animación. Ellos son los autores físicos, pero los proyectos, las decisiones, la orientación estilística, los recursos a emplear, la dirección de las producciones, el estímulo para innovar, etc, era responsabilidad última de Walt Disney y a ello, no a dibujar dedico sus esfuerzos. Por otro lado supo hacer un buen marketing, centrando sobre sí mismo toda la imagen de la compañía -otros hicieron lo mismo, como Walter Lanz creador de El pájaro loco, o los socios Hanna-Barbera-. Walt Disney no fue solamente una persona con un gran talento personal sino sobre todo un gran gestor de otras personas con gran talento sobre las que ejerció un férreo liderazgo.
Walt Disney no esta congelado a 196º bajo cero a la espera de avances científicos que le resuciten: sus cenizas descansan en un cementerio de California. Si acaso es cierto que tenía un diente de madera… allí debe de estar, reducido a cenizas también.
Walt Disney fue nominado a los Oscar unas 60 veces y recibió más de 20. Ello es imposible para un creador individual, pero él era más bien el líder de un equipo y un visionario que sabía rodearse de las personas adecuadas.
Nota sobre las fotos: no he podido acreditar las fotos pues estan muy difundidas por internet en diversas fuentes. Aquí no se usan con fines comerciales. Probablemente pertenecen a los propios archivos Disney, donde puedes adquirir fotos para su descarga: https://www.disneyphotoarchives.com/
Para información sobre mis espectáculos de magia puedes escribirme o guasapearme. Más info en www.navarcadabra.com