Relatos de magias (5): Un más allá …del más acá

En 2006 mantuve una sección fija en Radio 5 Todonoticias, narrando historias del mundillo del ilusionismo. Algunos relatos parecen exagerados -es lo que tienen las tradiciones de cualquier gremio- y a veces lo que se cuenta de un mago se atribuye también a otros. Pero como sucede siempre, aquello que parece ficticio suele ser lo verdadero.

 En la segunda mitad del siglo XIX y con el auge del espiritismo, los estadounidenses hermanos Ira y William Davenport asombraron con la puesta en escena de falsos fenómenos de invocación de espí­ritus errantes por los escenarios de medio mundo. Presentaban un armario aislado del suelo sobre unos caballetes, se hací­an atar en su interior sentados en sendas banquetas y rodeados de instrumentos musicales. Atraídos los espí­ritus y en total oscuridad sonaba una música espectral. Inmediatamente se encendí­an las luces, todaví­a no eléctricas; se abría el armario y se comprobaba que los dos médiums tení­an las ligaduras intactas. Casi de inmediato surgieron imitadores, así como detractores que denunciaban las supercherías de los Davenport. Entre ellos George Cook y John Maskelyne, éste último fundador de una saga de ilusionistas en el Reino Unido.

 El asunto Davenport les estimuló a denunciar los fraudes espiritistas y a presentar durante 29 años, hasta 1902, su propio espectáculo de espiritismo simulado en el Egiptyan Hall de Londres.

La cabina espiritista, sigue presentándose con éxito. Ya no es necesaria la oscuridad, basta con aislar al médium en trance hipnótico, en una cabina de cortinas, bien atado en una silla por voluntarios del público, marcando los nudos de las ligaduras con pintura. Además de sonar algún instrumento, se verán saltar naipes y platos, flotar mesas, aparecer mensajes escritos, y otros prodigios aparentemente imposibles, pues el público comprobará la imposibilidad de soltarse por parte del médium. Así lo ha presentado con gran repercusión Juan Tamariz en su personal versión por televisiones y escenarios, en ocasiones con el malogrado Pepe Carroll en el papel del médium. En el concurso del Congreso Mundial de Magia celebrado en Lisboa en 2000, un español, Luis Boyano, obtuvo premio con su propia puesta en escena.

Una antigua y buena presentación -utilizada para pretender que el espectáculo es genuino- es aquélla en la que una vez atado el médium a la silla, se esparce harina a su alrededor, se apagan las luces y da comienzo la experiencia con el más allá. Cuando se ilumine de nuevo se comprobará que no hay huellas y que las suelas de sus zapatos no están manchadas de harina. Basta para ello con quitarse los zapatos, ir hasta los instrumentos musicales, tocarlos y regresar a la silla, esparciendo secretamente algo de harina, sentarse y calzarse de nuevo. Así ha evitado manchar las suelas y ha ocultado sus huellas. Claro que para conseguirlo previamente tiene que soltarse y al final volver a atarse. Para ello el artista recurrirá a las técnicas de escapismo que los artistas de la fuga refinaron hasta poder presentarlas como espectáculo independiente, con Houdini como artista más representativo… pero esta es ya otra historia.

Para saber de mis magias en este mismo blog o en www.navarcadabra.com