Premio mundial de magia para España. Matizaciones para programadores.

Héctor, Gran Premio Mundial en magia de escena

Tenemos que felicitarnos la comunidad mágica. Héctor Mancha, un bombero canario, ha obtenido el máximo galardón en el mundial de magia que, como si fuera una olimpiada, se celebra en algún lugar del mundo regularmente desde 1948. Evento organizado por la Federación Internacional de Sociedades Mágicas FISM, suele ser un congreso, una feria de productos, conferencias y el concurso de magia en las diversas especialidades.

Y esto es lo que lleva a algunos al despiste. ¿Cuánta gente es premio nacional de magia? Me han preguntado alguna vez ante la proliferación de magos que se lo atribuyen. Bien, dejando de lado a quien miente que lo hay (alguno hasta en la foto del cartel), lo cierto es que en el concurso nacional de magia, tanto como en el internacional, hay diversas categorías. Uno puede volver a casa diciendo que es campeón olímpico, pero puede serlo en boxeo, natación o en un deporte de equipo. Como todos conocemos el mundo deportivo aunque sea como espectadores, el premiado puede entretenerse en decir que es medalla olímpica de atletismo en relevos. Todos entendemos que es una medalla compartida con otros corredores dentro de una de las especialidades atléticas y en una distancia concreta. Si nadie supiese nada de deportes, por economía de lenguaje estos detalles no podrían matizarse cada vez que se mencionase el premio -especialmente en breves mensajes publicitarios- y sencillamente uno se titularía campeón olímpico sin saberse si es una medalla de equipo, individual o de qué metal. Esto ocurre en la magia. Hay distintas disciplinas -grandes ilusiones, cartomagia, mentalismo, etcétera- que se concretan en diversas categorías a la hora de concursar.

Ocurre también que al contrario que en el atletismo puesto de ejemplo, en la magia no obtiene la medalla de oro quien llega primero, sino quien supera un baremo de puntos que se otorgan a la realización, originalidad, técnica, etcétera. De este modo puede ocurrir que alguien se titule campeón de magia de España y en realidad sea un tercer premio en la categoría de magia de cerca, bien con dos premiados o bien con dos declaraciones de premios desiertos por delante.

Las categorías han ido cambiando según la misma evolución de la magia y de los formatos de exhibición de la misma. Además de los premios por especialidades se solía otorgar lo que se llama el Gran Premio y que se otorgaba al mago que más destacase cualquiera que fuese la especialidad. O sea, el Gran Premio es lo que viene a ser el máximo galardón y al decirse uno campeón sin más matices, realmente solo este premio lo califica, aunque como he dicho, por simplificación y marketing lo utilicen quienes «solo» han ganado en su categoría. Actualmente se otorgan dos Grandes Premios pues la magia escénica y la de cerca se han separado tanto en sus diversas especialidades que costaba mucho dar un único Gran Premio con justicia.

Entre quienes han recibido uno o más premios mundiales en su categoría de participación nos encontramos al recordado Pepe Carroll, Juan Tamariz, Juan Mayoral o Miguel Puga. Por citar los más conocidos del público. Otros muchos españoles han obtenido premios a lo largo de los años siendo uno de los países más importantes especialmente en cartomagia y micromagia.  En cuanto al Gran Premio solamente se ha obtenido en 1985 por los zaragozanos Javier y Ana, y ahora en la ciudad italiana de Rimini por Héctor Mancha.

A veces los programadores se dejan llevar por la publicidad de los premios y contratan a estos magos. Desconociendo generalmente otros aspectos del ilusionismo ocurre que a veces es un triunfo y a veces un fracaso estrepitoso. ¿Por qué? No cabe duda que contratar a Juan Tamariz o a Miguel Puga es una garantía de profesionalidad y de éxito. Pero en muchas ocasiones el mago premiado solamente tiene un buen número de ocho a doce minutos -que es por lo que le han premiado- y el resto del espectáculo puede ir desde muy malo a correcto. Como además los números de concurso son complicados de preparar, algunos lo hacen para abrir el show, con lo que crean una gran expectativa que luego se desinfla.

No estoy desvalorizando los premios ni mucho menos. Sencillamente no es lo mismo la vida profesional que la vida amateur y en gran medida el concurso es campo amateur. Porque los magos valoran sobre todo la parte secreta del número presentado. Porque ya han visto mucha magia y no se emocionan con las mismas cosas que el público. Por eso tantos ganadores son amateurs. Es en general magia para magos. Repito que no sólo, sino en general. Hay fantásticos números que han triunfado en las televisiones de todo el mundo, hay magos capaces de llevar adelante un fabuloso espectáculo de dos horas, desde luego. Pero no es lo corriente. De hecho hay magos con premios mundiales que nunca trabajan para público «normal», solo lo hacen para magos en los congresos. Viven de dar conferencias y vender sus invenciones a los compañeros. Javier y Ana -desde 1985 hasta este año, su acto, el único Gran Premio de la magia española- son dos aficionados que una vez ganado el premio nunca más lo volvieron a realizar que yo tenga constancia.

Así que un acto premiado tiene unas claves para ser valoradas por un jurado técnico y si el mago no aporta nada más, a la hora de realizar un espectáculo comercial es fracaso seguro. De hecho hay magos con gran trayectoria profesional que usan en su publicidad los premios ganados pero que en el espectáculo no realizan nada de aquello que les dió las medallas.

No hace mucho contratan para las fiestas de un pueblo a un mago que ha obtenido un premio de prestigio en el mundillo mágico. Imagine quien me lee la plaza de un pueblo cualquiera, donde el control de la atención no es lo mismo que en un teatro y donde el artista tiene que hacer un esfuerzo suplementario por conquistar al público. Nuestro mago se presenta con unas monedas, una mesita, un tapete de fieltro. Y sin megafonía alguna. Es como querer hacer la verbena con un músico subido a una silla tarareando o como mucho tocando el arpa de boca ¿no?

¿Por qué escribo esto? Porque advertir a los programadores de que un premio en magia no garantiza nada y si bien es una buena señal hay que pedir más información. Ocurre además que el mago no profesional en ocasiones -que rabia me da decir esto, porque no quiero ser injusto con tantos compañeros competentes- no se da cuenta de sus limitaciones para comunicar con el público o de lo inadecuado de su espectáculo en un momento dado porque solamente ve el éxito de su premio, ignorando muchas de las cosas que en artes escénicas hay que tener en cuenta. Como toda persona hiperespecializada puede tener un acto de premio mundial y no saber cómo se llama un foco determinado ni el lenguaje del técnico del teatro…