Mi museo de la magia (2): la linterna mágica

funcionamiento de la linterna mágica

Atanasius Kircher fue un erudito jesuíta alemán del siglo XVII. A él se atribuye la invención de la “linterna mágica”. Algo así como un proyector de diapositivas, pero, a falta de luz eléctrica, con un fuego como fuente de luz (véase la ilustración adjunta de su libro):

Esto se debe a la publicación en 1646 de su libro sobre efectos ópticos Ars Magna lucis et Umbrae, del que la Universidad de Santiago de Compostela tiene una fantástica edición facsímil. Hay una leyenda (escribo de memoria, no recuerdo la fuente) que indica como Kircher se hizo con el secreto de la linterna mágica gracias a un libro de algún sabio judío de Toledo. Pero parece que en realidad el invento debe atribuirse al holandés Christian Huygens, otro sabio de la época …aunque en Holanda hubo una fuerte emigración judeo-española así pues… ¿quién sabe?

Lo de linterna se entiende enseguida: una caja con una llama dentro, una chimenea para el humo y a veces un espejo para aumentar el brillo de la llama y dirigir la luz. La luz sale por un agujero, se encuentra con una lente y el haz de luz, de acuerdo a los principios de la cámara oscura, se proyecta sobre una pared o una sabana.. Entre el agujero y la lente hay una guía o portaobjetos; ahí se coloca un cristal pintado y la imagen al proyectarse se ve en grande.

Los que todavía recordamos las ya obsoletas diapositivas o filmínas, recordamos que estas fotografías transparentes eran cuadrangulares, en el proyector había un carro con espacio para dos, de modo que proyectabas una, empujabas el carro y mientras se proyectaba la segunda, cambiabas la primera por una tercera diapositiva, empujabas de nuevo el carro pero en dirección contraria para proyectar esta tercera diapositiva mientras cambiabas la primera. También había proyectores con un sistema de carros en forma de tambor permitiendo el cambio automático de una a las siguientes imágenes. Nada de esto hay en la linterna mágica. En vez de pintar en un cristal cuadrangular se pintaba en uno rectangular muy apaisado, pero como la imagen en la pared era un círculo de luz, solo se veía proyectada una sección del cristal. De modo que para ver todo el cristal bastaba con deslizarlo delante del haz de luz. Y ahí empieza la magia.

La magia es misterio: aquí radicaba en jugar con el movimiento del cristal al deslizarse para dar la impresión de movimiento. Además se podían tener “máscaras” movibles, es decir zonas opacas que al ser descubiertas producían un efecto de movimiento en la imagen. Por ejemplo imaginemos el dibujo de un cocinero metiendo su cucharón en una olla oscura, opaca, y de pronto –al retirarse la silueta de la olla- aparece el dibujo traslucido con la comida flotando en la olla como si viesemos a través. Del mismo modo podían combinarse varios cristales para producir sensación de movimiento; podemos tener una imagen fija de una calle en uno y mover otro cristal, encima del anterior, donde se ha pintado un desfile de soldaditos de plomo. Otro recurso es usar dos linternas en una -proyectando en la misma superficie- y alternar sobre la zona o pantalla la imagen de una con la de la otra, algo así como lo que en cine se denomina hacer un fundido. Este efecto, en grandes formatos de proyección, lo llevaban algunos proyeccionistas ambulantes y sobre todo los ilusionistas, como una atracción más para ofrecer en las fiestas de las ciudades. Por el recurso del fundido y porque al cerrar el paso a la luz se desvanecían las imágenes,  estas atracciones se llamaban cuadros disolventes.

linterna alemana, hacia 1895

Hay un último recurso para realizar imágenes en movimiento con la linterna mágica: proyectar sobre columnas de humo procedentes de un brasero. Entonces las figuras pueden parecer fantasmales al oscilar con el humo.

Al principio los proyectores quedaban ocultos detrás de una pared o de muebles. El público no comprendía cómo se formaba la imagen proyectada y esto añadía un mayor misterio. Pero ya en el último cuarto del siglo XIX el truco se había divulgado. Además de ilusionistas había proyeccionistas ambulantes -como luego los habría con el cine- y la linterna mágica acabo siendo un juguete, como lo es la de mi colección, alemana, de 1895.

 

Mi exposición de magia viaja a casas de cultura, festivales de magia, centros cívicos, etcétera. Si tienes interés en llevarla a tu ciudad o evento escríbeme a navarcadabra@iurgimagia.com