Hoy día de las librerías, una cita de Luis Cuenca

Me acerco a la librería Cámara  de Bilbao, a ver novedades y sorpresas. Tocó sorpresa. En esta librería -como en todas las que el oficio de librero es algo más que un negocio (en realidad el negocio es cada vez menos)- además de las novedades espero encontrar alguno de esos libros que por alguna razón no fueron devueltos y prolongan su estancia en el anaquel, a la espera de alguien que los adopte. Y me encuentro con la autobiografía del actor Luis Cuenca (1921-2004). Digo autobiografía por estar escrita en primera persona aunque sea de la transcripción y edición de Luis Fernández Colorado («La buena mala vida», Diputación de Badajoz, 2004):

En las tres páginas iniciales Cuenca/Fdz. Colorado dice lo que el premio Pulitzer y dos veces candidato al Oscar, el dramaturgo David Mamet ha explicado en al menos un par de libros. Cuenca nos relata como con seis o siete años decidió iniciarse en el oficio materno de los cómicos de la legua, tras ver la actuación callejera del circo mínimo, un gitano y su cabra: » (…) Hacerme cómico el oficio más parecido al de cabra (…). Existen ocasiones donde se requiere un grave tono dramático y un certero análisis del personaje por parte del actor, pero siempre he tendido a pensar que desempeño un oficio basado ante todo en la acumulación de vivencias, en el truco escénico y en la capacidad para improvisar sobre la marcha. El engolamiento impostado de la voz (…) me ha parecido más bien un respetable ejemplo del proceso de falsa dignificación de nuestro trabajo, ante el público y ante nosotros mismos, para encubrir una incómoda semejanza con la cabra del gitano (…). Las academias otorgan método y disciplina (…) al tiempo que contribuyen a disipar los temores juveniles que todos hemos sentido al situarnos frente a los espectadores (…). [Pero] tomarnos demasiado en serio puede ser perjudicial para la salud (…).