El valor del precio

los críticos

Con frecuencia me preguntan a cuanto la hora de magia. En este gremio en el que tenemos estrellas incuestionables (Juan Tamariz, Jorge Blass, Miguel Puga, Montty…), honestos trabajadores del espectáculo -la mayoría- y un sinfin de ineptos tiraprecios magos de fin de semana, hay muchos criterios para establecer el precio de una actuación. Hay quien cobra por número de personas en un evento o quien cobra kilometraje, o por horas. Yo no:

He aprendido que a mis clientes les interesa más pagar «valor» que «tiempo», además a veces me lleva más horas un espectáculo de menor precio que otro más caro. Por ejemplo; cuando voy a un teatro sé que emplearé de seis a ocho horas de trabajo. Cuando hago una hora de comunión, necesito una hora de preparación sea o no a la vista del cliente, media hora de recoger y cargar. Necesito tiempo para buscar aparcamiento cercano y esto a veces significa llegar una hora antes de que los invitados vayan a comer… y casi nunca se actúa antes de las cinco de la tarde. De modo que no hay proporción necesariamente en lo que se paga por un evento y la preparación que lleva.

Lógicamente no cobro igual por hacer La magia de la India en un teatro que por magia en una comunión. Hay un material muy distinto que amortizar, y también lo que se ve del «iceberg» es menos y distinto. Lo que mis clientes perciben como «valor» es la tranquilidad de que soy autosuficiente técnicamente -pueden ocuparse de sus asuntos mientras me preparo- me amoldo a los cambios imprevistos, llevo material de sobra para distintos tipos de público, saben que no tienen que pagarme si no les convence mi trabajo ¡yo no cobraría una sopa con una mosca!, y que tengo un seguro de responsabilidad civil para cualquier incidente. Saben que si no puedo acudir no será porque me salga mejor pagada una fiesta de empresa que un cumpleaños, sino por causa de fuerza mayor justificada y que enviaré a un compañero de plena garantía (hoy ha sido la primera vez en mi vida que he tenido que hacerlo por culpa de la ciática; he enviado a una boda a un mago con dos premios nacionales de magia; hay que quedar bien).

En resumen, mis clientes saben que pueden relajarse y disfrutar porque doy garantías y me implico en el éxito de su evento, que para ellos es una ocasión especial. Pagan por mi experiencia de más de treinta años de teatro y sonríen esperando las felicitaciones de sus clientes, amigos, parientes, por haberme elegido