Del sideshow a la frikimagia (1)

foto: blog lomejorestaporllegar

A veces me preguntan cuál es el tipo de magia que más me gusta. Como espectador conocedor de distintas especialidades, disfruto con todas, siempre que haya una aportación nueva y personal, verdaderamente artística.  Poco me importa si es un juego con naipes o la levitación de un piano.  La mejor magia es la más apropiada al tipo de público presente.  Hay una serie de especialidades que están en los límites del ilusionismo:

Participan de una técnica o habilidad secreta para el público pero no son propiamente ilusionismo, sino que son fenómenos reales. En otras palabras; no hay nadie que pueda predecir a ciencia cierta el resultado de un acontecimiento (en eso se basa el lucrativo negocio de las apuestas; ninguna empresa se ha arruinado por un ataque tipo hacker de un grupo de pitonisas y adivinos) para lograr la ilusión de la adivinación hace falta recurrir bien a técnicas mecánicas o bien a técnicas psicológicas para obtener la información secretamente… o una combinación de ambas. A veces el mentalista no debe adivinar realmente un pensamiento, sino inducirlo. Quienes hayan visto a Leonardo Di Caprio en “Orígen” o asistido a un show de hipnotismo escénico real lo saben, aunque el primer caso sea exagerado y en el segundo siga habiendo algunos hipnotizadores de pega. En otras especialidades un ilusionista puede hacer aparecer media docena de tórtolas de la nada, pero no es realmente de la nada. De nuevo es una combinación de técnica manipulativa, mecánica y aunque el profano no lo considere, también psicológica. Lo que ocurre parece que ocurre pero no sucede realmente. En el fakirismo en cambio, el artista realmente se sienta en un lecho de clavos. En este ejemplo es la distancia entre los clavos y un elemental conocimiento de la física lo que logra que no se haga daño. Es un conocimiento al alcance de cualquier estudiante de primaria, pero el espectador no siempre recuerda lo más elemental; mientras las leyes físicas queden en el olvido o el desconocimiento, la puesta en escena puede lograr la ilusión de invulnerabilidad. No todos los efectos de fakirismo, sideshow, magia bizarra, y otras denominaciones y artes afines son tan poco peligrosas, a veces es necesario un conocimiento realmente cierto de las leyes físicas, fisiológicas, así como de las técnicas correctas para minimizar los riesgos.

Una de estas especialidades es el escapismo. A uno le atan y realmente se libera… o no. Mi espectáculo “En fuga” es un homenaje a la edad dorada de este género. Tengo para mí que el éxito en el primer tercio del siglo XX de los escapistas en teatros y calles cuyo máximo exponente fue Harry Houdini, es paralelo al éxito de los espectáculos y sesiones de espiritismo y por razones similares. Las veremos en la segunda parte de este artículo.