De Orson Welles a Julian Iantzi

Orson Welles estuvo casado (durante seis años) con Margarita Cansino, una joven bailarina y actriz sevillano-irlandesa más conocida como Rita Hayworth. Algunos biógrafos creen que esta relación llevó a Welles a interesarse por España, pero la realidad es que después de leer «Muerte en la tarde» de Ernest Hemingway (un manual taurino para desconocedores) en 1933, con 18 años, Welles se plantó en España por primera vez. Después vendrían los rodajes españoles de algunas de sus películas (Campanadas a medianoche, por ejemplo). Otra vinculación tangencial a España se produce en 1955 a través de Charles Wertenbaker, editor de la revista Life que entonces vivía en el país vasco-francés.

Orson Welles rodó un documental para la BBC sobre los vascos, dentro de una serie de viajes. El material se dividió en dos películas, una sobre los vascos propiamente y otra sobre el juego de la pelota. Orson Welles rodó a ambos lados de la frontera hispano-francesa. Cabe decir en la Navarra española y en la Navarra francesa. Lejos de la división estatal de un territorio con identidad propia, Welles se ocupa de la vida rural vasca que transcurre a ambos lados de la frontera en comunidad linguística, étnica y cultural. Así que alguna vez tuvo que alojarse o ir a comer al casino de Lesaka (Navarra). Allí solo quería que le atendiera Txelo, una joven camarera, guapa alta y rubia según me comentó su hijo no hace mucho («según me comentó» me refiero a lo de Orson, porque lo de guapa ya lo sabíamos). A la sazón hablamos de la madre de Julian Iantzi, quien -cosas de la vida- nació casualmente en EE.UU. (pero esta es otra historia de emigración y de pastores, concretamente de 23 años en California).

Julian ahora es un referente de la televisión autonómica (aunque también ha trabajado en La Sexta, Antena 3 o Cuatro) como presentador o conductor de programas de éxito (por ejemplo «El conquistador del fin del mundo» lleva ya, al menos, 10 ediciones). Y así, charlando de mi próximo proyecto, «Humo y Espejos», con mi amigo Julian, se me confirma que, más o menos, todos nos conocemos en esta nave a la deriva que surca el espacio sideral a 250 kms. por segundo en relación a la Vía Láctea y a 30 kms. por segundo en relación al Sol (o sea, que todo es relativo).