Breve encuentro con Joaquín Roa

Hace pocos días, leyendo en la sección de efemérides de un diario, dí con el triunfo en el teatro de Tafalla del actor Joaquín Roa (1895 o según las fuentes 1890-1981) en la temporada de 1914. Diecinueve años escasos y ya era cabeza de cartel, triunfó muy pronto en Madrid. Aquel pamplonés poco sospechaba que del teatro pasaríal cine, un arte que en aquel 1914 todavía compartía pantalla con números de variedades, cuando no se proyectaba en barracas de feria. Como era cine mudo el público acostumbraba a expresar sus opiniones sobre la trama en voz alta y junto a la pantalla con un puntero a veces, un personaje del que pocos se acuerdan; el explicador que hacía eso, explicar la película leyendo y aclarando los intertítulos. Un oficio que fue efímero. Joaquín debutaría en el cine en 1934, arte ya con voz. Hizo unas setenta películas:

Joaquín Roa

Películas tan dispares como «Marcelino pan y vino», «Los ladrones somos gente honrada», «Viridiana» o «La venganza de Don Mendo» acreditan a un actor de reparto respetado y apreciado por la profesión. Falleció el 23 de mayo de 1981, él que había empezado en las tablas cuando el cine era mudo y sin color, que cronológicamente conoció las guerras de España contra Marruecos y EE.UU, la mayoría de edad de Alfonso XIII, la I Guerra Mundial, la dictadura de Primo de Rivera, la II República, la guerra civil, la II Guerra Mundial, la dictadura de Franco, la restauración monárquica y la constitución del 78… con todas las incertidumbres y cambios sociales de los que esos hitos no son sino la punta de un iceberg, Joaquín Roa, como digo, pasó por el convulso siglo XX y su cine, a veces conformista cuando no reaccionario, otras distante y opositor al poder. Y como tantos actores de reparto que ya nadie recuerda presto su talento para dar verosimilitud al reflejo en la pantalla de tantas épocas distintas si no contradictorias. Aquel 1914, poco pensaba que acabaría siendo actor de cine y mucho menos de televisión, donde tuvo un buen final haciendo el papel del cerillero y limpiabotas de «El último café», habrá que recordar a algún lector que el cerillero era -en aquellos locales donde había camareros de diversa categoría junto a otros profesionales cuya función ya ha desaparecido como en su día pudo serlo el mencionado limpiabotas, la cajera, o la señora de los lavabos, oficios y empleos al cobijo de la cafetería de postín, en aquella España con tanta gente obligada a trabajar en la vejez- el cerillero era quien vendía a los parroquianos tabaco y cerillas para sacarse unas pesetas.

«El último café» fue una serie que se emitió en TVE entre octubre de 1970 y julio de 1972. Por ella pasaron el zaragozano Antonio Garisa (1916-1989), Venancio Muro (1928-1976) , Valeriano Andrés (1922-2005, hizo tanto dramáticos como programas juveniles, impagable actor de doblaje y de recorrido más largo que mi admirado Joaquín Roa), Diana Sorel (n. 1946) que obtuvo en esta serie su mayor éxito retirándose tras su maternidad en 1981, Valentín Tornos (1901-1976) que después de años como actor de reparto en teatro, dramáticos de televisión y cine se hizo famoso como el Don Cicuta amargado del concurso «Un, dos, tres… responda otra vez»; se hicieron llaveros, cromos, juegos de mesa y otras bagatelas, grabó un disco y ganó el tp de oro al personaje más popular. Por culpa de una trombosis apenas podría presentar a sus sucesores en la siguiente temporada televisiva; Don Rácano, el Profesor Lápiz y Don Estrecho, o sea; Paco Cecilio (n. 1942) actor con un impresionante currículo interpretativo del que se recuerda más por ser su última etapa en cine y televisión su registro cómico y musical, Pedro Sempson (1920-2009) actor de teatro y sobre todo televisión, pasó de puntillas por el cine y aunque ha doblado casi quinientas películas será siempre la voz del mayordomo de El príncipe de Bel Air o el Sr. Burns de los Simpsons. Don Estrecho lo interpretó el amigo Juan Tamariz (n. 1942) en más de 50 programas. También estuvieron en la serie José Luis Coll, actor, guionista y humorista (1931-2007) y su pareja artística Luis Sánchez Polack (1926-1999) cuyo personaje Tip ha opacado otros trabajos. Dejo para el final a dos actores del reparto; al entrañable camarero del café Joaquín Pamplona (1924-1981), otro actor con cientos -literalmente- de intervenciones en espacios dramáticos de tve, cuyo apellido, el de mi ciudad, a mis diez-once años me lo hacía más simpático aún en esos guiones costumbristas de Alfonso Paso. Aunque no tuviera en realidad este leonés nada que ver con Pamplona. Lo mismo me ocurría con la incombustible y genial Amparo Pamplona, claro. Y Aurora Redondo (1900-1996) otra grande del teatro español, con intervenciones en muchas películas e innumerables dramáticos televisivos. Y a la que yo miraba con curiosidad por la tele, cada vez que mi padre recordaba su amistad con mi abuela y cómo le traía caramelos de niño.

Joaquín Roa

 

Una tarde, no sé cuanto tiempo después de terminar las emisiones de «El último café», me fijé cómo en un pasadizo junto al ayuntamiento de Pamplona, un señor, una figura familiar, se fijaba en alguna prenda en un escaparate. Era Joaquín Roa y a mi me pareció rarísimo que un señor de la tele estuviese ahí… me acerqué y le pregunté si era él. Y él contestó que en efecto; él era él. Y así me enteré que él era pamplonés como lo era y es otro actor fabuloso sobre todo en comedia teatral Pedro Osinaga, con el que mis padres habían tenido trato, especialmente antes de marcharse a Madrid y triunfar en la tele que era y es el escaparate. Pero yo de Osinaga ya sabía que era alguien de aquí que se había ido allí (Alfredo Landa no estaba en el imaginario de un niño), mientras que Roa venía de allí y se me revelaba aquí. No sé si me explico. La tele parecía entonces una caja llena de gente lejana y misteriosa. Joaquín Roa fue muy amable conmigo y me dijo que se había vuelto a terminar sus años en la Casa de Misericordia de Pamplona, ya que no tenía domicilio en la ciudad. «El último café» había sido su último trabajo y yo creo que me hablaba más haciendo el personaje que sabía que yo esperaba de él que con la voz verdadera de Joaquín Roa. Fue un breve encuentro al que solo yo dí importancia, probablemente debía de ser yo la única persona en Pamplona que no sabía que encontrarse con Roa en la calle no tenía nada de inaúdito ni misterioso.

Joaquín Roa, entró en el cine después de más de veinte años de experiencia teatral, teatro que nunca dejó, pasando de papeles de galán a papeles cómicos. Entró en un cine casi mudo y sin colores, trabajo para los directores más queridos del primer franquismo, también para los más críticos, paso por el color del desarrollismo de los años sesenta y llegó a la televisión de los setenta. En 1980 hizo su última película con el director Luis Cortés, el film se estrenó en el desaparecido cine Príncipe de Viana (antes de ser multicine) de Pamplona y Roa fue el único que se presentó de impecable smoking…

¿Quieres saber más?, te enviaré un correo electrónico semanal (para no darte la lata) con las publicaciones del blog. Solamente tienes que enviarme tu correo electrónico. No lo compartiré con nadie y solo te enviaré cosas mías que crea de tu interés, también puedes sugerirme temas o hacerme preguntas.