Jeff: hipnosis en El Hormiguero 3.0

Jeff Toussaint rompió  con su hipnosis en el show de Pablo Motos, todas las previsiones de audiencia -triunfa en los escenarios pero no es popular en la tv- y los «termómetros» de audiencia se dispararon. Mucha gente me pregunta si lo que se vió es real. ¿Y qué se vio? En la promo de la víspera, una fila de espectadores sugestionados previamente por Jeff, se dormían o despertaban a la pronunciación de Pablo Motos de unas palabras clave. En la intervención propiamente dicha al día siguiente. Un grupo de voluntarios se planto delante de las cámaras -Jaime Cantizano invitado del día, incluído- y uno a uno Jeff fue ordenándoles dormir, de modo que todos fueron cayendo al suelo como marioneta a la que cortas los hilos. Al despertar Jaime Cantizano indico sentir un bienestar similar al de cuando hace meditación. Y prácticamente esto fue todo en esta primera intervención de Jeff Toussaint en El Hormiguero; seguro que vendrán más dado el éxito de audiencia y las conversaciones generadas en redes sociales. Todo el rato Pablo Motos hizo continuas aseveraciones de que nada estaba preparado, no había compinches y todo era una experiencia real de sugestión. Al día siguiente repitieron la emisión de un resumen. Esto es lo que pasó: https://www.youtube.com/watch?v=BrE-2PaS64I Mucha gente me pregunta estos días si lo visto en El Hormiguero 3.0 fue real o no. La respuesta es sí. Puedo decirlo porque conozco muy de cerca el trabajo de Jeff, amigo y colega de magias. Pero comprendo perfectamente la pregunta. Como muchos espectadores sé que muchas veces se hace lo que sea por el show y la audiencia. Pero El Hormiguero no necesita mojarse por un artista. Puede ofrecer el fenómeno sin pronunciarse a favor ni en contra. Tampoco necesita ganar audiencia mintiendo, sino conservarla y aumentarla con la responsabilidad de quien, como Pablo Motos, es un creador de opinión pública. Para saber más sobre el trabajo de hipnosis de Jeff en este mismo blog pinchando aquí. Pero en este artículo quiero llamar la atención de dónde viene esto de preguntarnos a los magos sobre los hipnotizadores. Nadie nos preguntaba si eramos capaces de doblar cucharas y parar relojes como hizo Uri Geller en la tv de los setenta, hasta que mostramos que era y podía ser parte de nuestro repertorio; en concreto dentro de la especialidad del mentalismo. En otra emisión de aquellas de José María Iñigo, se presentó el «Conde de Saint-Germain», se declaró alquimista y transmuto unas onzas de plomo en oro. Juan Tamariz dijo que no había truco y un joyero  certificó que aquello era primero plomo y luego oro. Sin embargo con una puesta en escena exactamente igual yo podría hacerlo… años después leí el truco en una revista para profesionales. Aunque farsantes o actores -según se quiera mirar- hay quien cree en los poderes extrasensoriales y paranormales  de Uri Geller y en el conocimiento secreto del falso Conde. Es una cuestión de creencia y aquí no voy a extenderme en razones psicosociales de por qué existen tales creencias en personas de toda edad, nivel económico y formación variada. La cuestión es que el espectador asiste a algo, un «efecto» cuya «causa» se le escapa. Esto es lo que comparten fenómenos del estilo de Saint Germain o de Uri Geller con los hipnotizadores. El artista puede decir que se trata de trucos, habilidades y sutilezas psicológicas o bien mantener que tiene poderes sobrenaturales. Para el mentalista en particular es un terreno espinoso. Necesita crear una atmósfera para que creamos que en una pizarra  una tiza escribirá un mensaje del más allá sin intervención humana. Y para crear ese clima los espectadores deben entrar en la actitud mental con la que se asiste a una obra de teatro. Si no tuviésemos esa capacidad de dejar suspendida nuestra incredulidad no nos compadeceríamos de la inocente huerfanita seducida, nos daría la risa de que la interpretase una actriz demasiado mayor para el personaje y casada tres veces. Así que sin decir que se tienen poderes el mentalista ha de dejar una cierta ambigüedad en el ambiente. No es que quiera mentir, es que tampoco suele salir Hamlet advirtiendo al público de que el cráneo de Yorick es de goma. Del hipnotizador el público no sabe cómo lo hace, como con el mentalista. Solo que el hipnotizador no usa trucos ni compinches. Bien es cierto que algunos los han usado, al igual que algunos mentalistas afirman tener poderes mentales. Esto contribuye a esa mirada expectante ¿éste es de los de verdad o no? ¿me lo creo o no? Para complicar las cosas, la hipnosis suele incluirse en los congresos de magia dentro de la categoría de artes afines. Muchos hipnotistas son también ilusionistas. Es el caso de Jeff Toussaint. Así que la pregunta puede cambiarse. Dejemos de preguntarnos si la hipnosis es real. Sabemos que lo es porque es un método terapéutico aceptado. Sin titulación oficial no puede ejercerse la hipnoterapia. También sabemos que es útil en pacientes a los que no puede administrarse un anestésico normal. Cambiemos la pregunta. Si es un fenómeno real ¿por qué se asocia a los magos que son por definición mentirosos profesionales? Creo que hay dos razones. Empezaré por la segunda que es eso, secundaria. Al desaparecer los espectáculos de vodevil donde se sucedían actuaciones de diferente tipo, la hipnosis se ha refugiado en los espectáculos de magia. Así como el lanzador de cuchillos y el malabarista desaparecido el vodevil, revista, music-hall… se ha quedado en el circo. Es verdad que hay magos en los circos, en alguna ocasión también ha habido hipnotizadores. Pero el espacio del hipnotismo teatral requiere una concentración más propia del teatro. Y con la infantilización del público circense ya no tiene sitio más que en el teatro, donde puede entrar como espectáculo único, como es el caso de los de Jeff, o ser un número más dentro de un espectáculo de magia. La primera y principal razón la encontramos en el proceso de gestación del moderno espectáculo mágico. En el siglo XVIII, -el siglo de las luces-  se introducen en los salones de las clases altas lo que se llamarán exhibiones de física recreativa o physique amusent. Aquellos ilusionistas no se llamarán ni magos, ni prestidigitadores, ni prestigiadores, ni prestímanos. Serán llamados físicos. Porque en sus sesiones enseñan curiosidades científicas cuya diversión consiste en que el público ignora y debe de ignorar los principios científicos subyacentes para que se maraville. No se trata de hacer experimentos en público, éstos se harán en privado y luego se revestirán de un guión para ponerlos en escena de modo ameno y misterioso. De aquí surgirá toda una rama de magia química. Pero al ignorar el público los fundamentos científicos, bien podríamos en nombre del entretenimiento, mezclar experimentos científicos con trucos de magia. El físico se apropiará de los secretos de los jugadores de manos, artistas callejeros ambulantes. Poco a poco el físico recreativo se convierte plenamente en un mago fingido (como algunos gustaban de llamar a estos espectáculos; magia fingida). A mediados del siglo XIX Robert-Houdin hara creer que la inhalación del éter provoca en su hijo la capacidad de doble vista, lo que hoy llamamos adivinación por telepatía. Todo el siglo XVIII y buena parte del XIX verá la exhibición de autómatas mecánicos. Algunos con complejos mecanismos, otros falsificándolos, como el pato de Voucanson que fingía digerir. Es en este contexto donde la hipnosis llega a ser un espectáculo. Estamos en el siglo donde los médicos empiezan a experimentar con la sugestión; Charcot y su «magnetismo animal» será el más célebre. Y claro que el hipnotista físico recreativo mezclara la sugestión real con la mentira del ilusionismo. Es este origen de la hipnosis como espectáculo y de la ambigüedad de rol del hipnotista (¿es un científico, es un ilusionista?) lo que hace que el público se pregunte si esto es real o no. Pero en el caso de Jeff él deja claro que no tiene poderes de ningún tipo, que cualquiera estudiando puede hacerlo. Esto es claro, el hecho en sí de poner a una persona en trance hipnótico. Lo que ya no puede hacer cualquier hipnotizador es hacer de ello un espectáculo de dos horas de entretenimiento, con momentos de tensión, de risa, de intriga, con emociones encontradas que vayan sumándose hasta llegar al clímax teatral. Esto es cosa de los hombres de teatro y en particular de los ilusionistas. Y viceversa, el ilusionista necesita conocer muy bien no sólo cómo hipnotizar, sino como sortear un problema en escena: un voluntario inadvertidamente borracho, un foco que se cae con estrépito, etcétera. Estos conocimientos confluyen en Jeff Toussaint. Por eso un programa de éxito le llama, no siendo un famoso de la tele, para intervenir en prime-time. No es el único hipnotista en activo, pero sí el mejor y el que con más rigor, seriedad y amenidad hace de la hipnosis un espectáculo, y por ser un espectáculo sin mentiras, una experiencia única para quien acude a verle a un teatro. (Meses después de escrito esto de nuevo bate audiencias con un programa propio. ¿Habrá hipnotizado a la audiencia 😉 Si deseas programarlo en tu evento, teatro, fiesta, etc. puedes llamarme o contactar conmigo iurgi@iurgimagia.com represento a Jeff en parte de la zona norte.