Entre los magos solemos llamar Origami mágico a las sucesión de figuras realizadas todas con el mismo papel. Suele ser un pliego de papel doblado y plisado de un modo especial, tipo acordeón. Esto permite una flexibilidad de posiciones del papel sin necesidad realmente de añadirle dobleces y por eso se reutiliza fascinando al público con que puedan hacerse infinidad de figuras diferentes. Tengo en mi exposición una muestra de este papel que en los congresos y certámenes de magia se incluye dentro de las llamadas artes afines, como por ejemplo la globoflexia.
El verdadero origami es un arte que no ha nacido en un lugar en concreto, sino que se ha desarrollado en varios lugares del mundo aunque haya fructificado y quizá se haya formalizado en un lenguaje y unas técnicas fijadas a partir de su desarrollo japonés.
Hay juegos de magia donde interviene el plegado: un cono piramidal del que salen flores o pañuelos, un naipe plegado en forma de ranita que resulta ser el naipe elegido, la flor de papel que se convierte en una rosa real… y modos secretos de romper y/o plegar papeles con distintos fines:
Algunos magos se han ocupado del origami con gran profundidad, hasta el punto de constituir una actividad tan importante como su magia. El británico Robert Harbin 1909-1978 fue una de las figuras más destacadas en la magia de escenario. Sus invenciones siguen asombrando a los públicos del siglo XXI. El argentino Carlos Corda (1923-1979) fue también un ilusionista de renombre. Ambos escribieron libros sobre papiroflexia que fueron muy importantes para el desarrollo de este arte en el ámbito de los idiomas español e inglés respectivamente.
Hoy, ordenando viejos accesorios he redescubierto en mis maletas un invento de Carlos Corda que creía perdido desde 1997. Y por casualidad he descubierto también hoy que la cantante Innocence es hija de Corda (y de una bailarina del ballet de Marsella: solo podía ser artista), pincha aquí.
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