Mi museo de la magia (1): el libro más antiguo en español

Mi exposición de magia viaja a casas de cultura, festivales de magia, centros cívicos, etcétera. Si tienes interés en llevarla a tu ciudad o evento escríbeme a navarcadabra@iurgimagia.com

Un libro conocido como el «Minguet», de título Engaños a ojos vistas y diversión de trabajos mundanos fundada en lícitos juegos de manos que contiene todas la diferencias de los cubiletes, y otras habilidades muy curiosas demostradas en diferentes láminas, para que los pueda hacer fácilmente cualquier entretenido:

Editado en 1733, poco sabemos de su autor Pablo Minguet y Yrol, que debía ser catalán o valenciano y probablemente músico de profesión, por la temática de otros libros suyos. Además era grabador y las ilustraciones son suyas. La primera edición es de 1733. Hubo posteriores; la que poseo es del año 1778. El libro tuvo gran éxito y repercusión. Hasta el punto de que ya en el siglo XVIII se editaron copias piratas. A lo largo del siglo XIX hubo varias ediciones más, que iban añadiendo nuevos juegos y variaciones al original hasta 1935. Con posterioridad, la editorial Alta Fulla edito en 1981 una reedición de la aumentada de 1864, con una introducción del poeta Joan Brossa. También esta edición se ha reeditado. Y además, en las últimas décadas hay facsimíles de ediciones del siglo XIX en editorial Maxtor y editorial París-Valencia. O sea, que «el Minguet» es el libro más editado y difundido de todos los escritos es castellano sobre ilusionismo.

¿Y qué hay en el libro? En la edición original encontramos un refrito de otras obras extranjeras. Una buena descripción del juego de las bolas que aparecen, desaparecen y se multiplican bajo los cubiletes  -tenido por el más antiguo de la magia aunque yo tengo otra opinión-, algunos juegos de naipes que ya han quedado obsoletos pero que son una buena fuente historiográfica para que el experto comprenda la evolución de algunas técnicas, presentaciones de efectos y trucajes. Juegos con cuerdas, puzzles, algo de mentalismo… Es decir un poco de todo lo que interesaba al mago del siglo XVIII. ¿Y qué le interesaba? Pues más que ser mago ser ilusionista. Dar luz, la luz de la Ilustración, y revelar los trucos de embaucadores para convertirlos en entretenimiento para un público culto. El ilusionista del siglo XVIII, trae los juegos de manos de los artistas callejeros a los salones burgueses. Despoja a los embaucadores de sus trampas y los vuelve exhibición de juegos. Transforma la magia inexplicable en física recreativa.