El hombre más triste de Hollywood

Irving Sindler nació en Austria en 1897, falleció en Los Ángeles en 1990. En 1926 empezó su trabajo en Hollywood como jefe de utilería. O sea, el responsable de conseguir o fabricar todo objeto que se usa en cine, televisión o teatro. Desde rellenar botellas con falso whisky a fabricar el trono del rey Arturo. Irving trabajó en más de una veintena de películas y en varias series de tv. Tuvo un nombre reputado dentro de la industria, aunque desconocido para el público, pues rara vez salía en los créditos del film y nunca recibió un premio, es un sector poco valorado de puertas afuera.

Ya sabemos de la costumbre de Alfred Hitchcock de aparecer en todas sus películas. Irving también lo hacía, solo que siendo un empleado más del estudio había de aguzar el ingenio. Una lápida con su nombre en Cumbres Borrascosas, un camión rotulado, en Marco Polo un cartel con su nombre en chino, una panadería sueca, una noticia inserta en un periódico. Todo valía para inmortalizar a Irving Sindler en cada uno de sus trabajos.

Hace poco E. Hart rescataba un artículo de T. M. Pryor publicado en 1940 en The New York Times sobre Sindler. En él se afirma que era el hombre más triste de Hollywood y todo porque en su último trabajo no había conseguido colar su nombre. Al cambiar los planes de rodaje ya no era necesario el rótulo «Sindler & Son, químicos». Lo sustituyo, pero las peripecias del rodaje y las decisiones en las tomas hicieron que se quedase fuera. Los amigos y familiares de Sindler se quedaban sin el juego de buscarle en cada film. Irving cabizbajo, caminaba triste y avergonzado por Hollywood.

Si éste era el Irving Sindler de 1940, supongo que pronto se le pasaría la tristeza, pues no dejó de trabajar hasta finales de los sesenta. En aquella etapa final fue responsable, entre otros trabajos, del utilaje en la serie «El fugitivo». No creo que tuviese tiempo ni de ponerse triste ni de aburrirse.